Editorial

Un asesinato aberrante

Este capítulo de la lamentable historia de homicidios de la ciudad de Los Ángeles, está llegando a su fin, ahora le toca a la justicia dar una sanción ejemplificadora el próximo 19 de abril al culpable, ya que hechos de este calibre, no pueden volver a alterar la tranquilidad de las familias.

La madrugada del 12 de abril de 2015 quedará escrita en las páginas policiales de Los Ángeles, con uno de los hechos más macabros que puedan haber ocurrido. Esa noche, Francisco Gallegos, llegó hasta un inmueble destruido en pleno centro de la ciudad, junto a Juana Rosa Cortés Rubilar, quien se dedicaba al comercio sexual y, por causas que se desconocen, este hombre de 21 años, la golpeó violentamente con una piedra y posteriormente le prendió fuego a su cuerpo aun en vida el cual terminó quemado en un 45% ocasionándole la muerte.

Luego de un año en proceso, finalmente el pasado jueves, el asesino fue declarado culpable por el tribunal por lo que arriesga una pena que podría superar los 15 años de cárcel.

Es impensable, analizar las razones que llevan a Gallegos a cometer este crimen. La defensa indicó que había un grado de demencia al momento de suceder los hechos, lo que fue desestimado por el tribunal, quienes indicaron que se trataban de rasgos psicóticos. Sin embargo, en el interior del ser humano, no caben explicaciones para poder dilucidar que lleva a una persona a dañar de esa manera a otra. Más aun, todos recuerdan la imagen de su captura, con su rostro cargado de ironía, como si no le importara lo que hizo. Lo que podría tener una explicación, como explicaremos más adelante.

Otro punto es el nivel de ensañamiento que utilizó el victimario en contra de Juana Rosa Cortés el cual fue acreditado en el juicio, por haber aumentado deliberada e inhumanamente el dolor de la mujer.

Volviendo a lo anterior, cuando se habla de psicopatía en esta conducta, uno tiende a pensar en la locura del agresor, sin embargo, de acuerdo a los estudios psicológicos, este comportamiento, se trata de un trastorno divergente de la personalidad, descrita como una manía, pero sin el déficit cognitivo, sin embargo, presenta daños graves a la capacidad afectiva, es decir, una persona en esta condición, no experimenta remordimientos por sus actos y no repara en medios para conseguir sus metas. Esto claramente puede explicar el comportamiento de este joven asesino, que no parecía afectado por el hecho que cometió. Si bien, no necesariamente ser psicópata significa ser criminal, su conducta aparenta algo similar a la locura, sin embargo, al someter a exámenes mentales a estas personas, lo que ocurre es que aparecen con sus facultades cognitivas totalmente intactas a pesar de su frialdad emocional.

Este capítulo de la lamentable historia de homicidios de la ciudad de Los Ángeles, está llegando a su fin, ahora le toca a la justicia dar una sanción ejemplificadora el próximo 19 de abril al culpable, ya que hechos de este calibre, no pueden volver a alterar la tranquilidad de las familias.

 

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