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Madre denuncia exclusión de su hijo desde taller de fútbol para niños con TEA

por Pía Oliva Moscoso

El director de la escuela de fútbol "Inclúyeme", Álex Sandoval, defendió el carácter inclusivo del taller, pero aclaró que no podían ofrecer atención personalizada debido a la falta de recursos.

Madre denuncia exclusión de su hijo desde taller de fútbol para niños con TEA / Cedida

Mireya Molina Barrera, madre de Matías, un niño con Trastorno del Espectro Autista (TEA) acusó a la escuela de fútbol "Inclúyeme" de Los Ángeles de haber excluido a su hijo luego de tres clases de evaluación, argumentando que no recibió la debida retroalimentación ni oportunidad de diálogo, calificando los hechos de "discriminatorios".

Detalló que se enteró de la existencia de este taller a través de la Asociación de Autismo, viendo en él una oportunidad para que su hijo realizara algún tipo de actividad física. "El es TEA no verbal, le cuesta un poco seguir instrucciones y hacer el trabajo como un niño neurotípico", explicó la madre, agregando que confiaban en que con el tiempo Matías se adaptaría al taller.

Sin embargo, luego de tres clases de evaluación, recibieron la mala noticia de que Matías no podría continuar asistiendo. "Esto fue el 7 de diciembre y luego el día 9, me llegan mensajes de audio por WhatsApp y me dicen que ya no van a poder seguir trabajando con Matías, porque Matías no es el tipo de niño que ellos están buscando", detalló Mireya.

Además, denunció la falta de comunicación y retroalimentación por parte de los monitores del programa, incluyendo terapeutas ocupacionales presentes en el taller. "Ninguno de los monitores se acercó a conversar conmigo para ver qué me había parecido la clase, cómo había participado Matías. No tuve ninguna retroalimentación sobre su participación", se lamentó.

Luego de esta situación, la madre expresó que "de verdad sentí que existía una discriminación porque no tuve ninguna forma de rebatirles, de hablarles, de pedirles siquiera un enfoque diferente sobre la participación de Matías", aseguró. "El primer día me las lloré todas, fue súper doloroso, porque yo sentía que me estaban discriminando", aseguró.

El impacto emocional en Matías también fue significativo. Según dijo su madre, "el primer sábado que no fuimos, él estuvo súper triste, porque nosotros ya teníamos una rutina, hacíamos tal cosa y después nos íbamos al fútbol", contó Mireya, describiendo la irritabilidad y el enojo que experimentó su hijo tras la exclusión del taller.

LAS RAZONES TRAS LA DESICIÓN

En ese sentido, el equipo de prensa de diario La Tribuna, tomó contacto con Alex Sandoval, director de la Escuela de Fútbol "Inclúyeme", para conocer los detalles del porqué la decisión de dejar fuera del taller al menor.

Según Sandoval, el caso de Matías requería una atención individualizada que la escuela no podía brindarle debido a los recursos que ellos tienen y la necesidad de garantizar la seguridad de todos los demás participantes.

"El niño corría por todos lados, no era seguro para la escuela ni para él. En cualquier momento le podía llegar algún pelotazo, caerse, o tropezar con los materiales", explicó.

Sin embargo, el director defiende el carácter inclusivo del taller, reconociendo que no pueden ofrecer una atención individualizada a cada niño. "No podemos hacerle una atención individualizada a su hijo donde tengamos un terapeuta netamente para esto", afirmó. También mencionó que se realizaron tres evaluaciones a Matías, a diferencia de la evaluación única que se aplica a otros niños. "Esperamos tres clases para poder evaluarlo cuando a todos los niños se les da una", detalló.

El director también lamentó la difusión pública del caso, considerando que el taller abrió precisamente para darle un espacio a niños con necesidades distintas. "Me parece de muy mal gusto que la mamita en realidad haga esto, porque la verdad es que nosotros como profesionales buscamos que este sea un espacio enriquecedor para todos los niños", declaró.

Sin embargo, también reconoce que podrían haber mejorado la comunicación con la madre. "Siempre le pedimos disculpas en el caso a lo mejor de no lograr comunicar adecuadamente las decisiones", admitió.

"También ella habla del sentirse como defraudada, igual nosotros como escuela comprendemos la frustración, pero en ningún momento nosotros hablamos de excluir a su hijo, sino que más que mal, es por la seguridad tanto de él y del grupo", aseguró.

De esta forma, el caso abrió un debate sobre los límites de la inclusión y la necesidad de que las organizaciones que trabajan con personas con necesidades especiales cuenten con protocolos claros de admisión, comunicación y adaptación de sus programas, así como lo comentó la madre de Matías.

"Yo creo que hacer falta que las personas sepan que no es una discapacidad, sino que es una capacidad diferente. No es que no sean capaces de hacer las cosas, son muy capaces, pero a sus propios ritmos. Yo a Matías lo veo capaz de hacer muchas cosas, pero no con la misma rapidez que un niño neurotípico. Las logra a su ritmo, y cada pequeño logro para nosotros es una celebración", concluyó Mireya.

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